Joaquina Sanagachi pertenece a la comunidad
Qom “Potae Napocna Navogoh”, también conocida como “la Primavera”, originaria
del centro este y oeste de Formosa en el departamento Pilcomayo. “Apenas cobré
por la venta de bananas que cosecho en mi huerta, compré mis boletos para
llegar a Buenos Aires. Quería ver a mi gente y acompañar la lucha”, asegura.
Una vez que se instaló con “sus compañeros
Qom”, Joaquina conoció las culturas indígenas de los otros pueblos originarios
con los que comparte la carpa. “No veo diferencia entre nosotros, somos todos
seres humanos porque Dios nos creó. Pertenecemos a un paisaje dentro de un
cuadro grande”.
A pesar de considerarse una afortunada por la
solidaridad de los vecinos de Buenos Aires, quienes le acercan desde ollas
hasta ropa para los más pequeños, extraña “el silencio y los árboles” de su
casa. Celebra el contacto que tienen sus hijos con otras culturas, pero
reconoce que el corazón de su etnia son los ancianos de más de 106 años, encargados
de transmitir la “sabiduría de los ancestros”.
El desafío de su pueblo es mantener el
lenguaje Guaycurú por sobre el castellano, que están obligados a aprender. “Conservar
costumbres alienta el espíritu, se pueden perder con los que vienen atrás”,
confiesa Joaquina.
-Luego
de quedarte huérfana y ser criada por las hermanas de un convento,
reencontrarte con tus tíos a tus 8 años y conocer tu cultura Qom no debió
resultarte fácil.
-No
lo fue, y todavía no lo es. Me cuestionaba por qué me encontraba ahí, si con
las hermanas estaba mejor. Mi tío me dijo: “somos tu familia, este es tu
hogar”. Poco a poco, fui aprendiendo como eran mis papas y como vivieron
trabajando duramente, sembrando y colectando. Recuperé mi identidad y mi nombre
original, Dorca, que significa mujer luchadora y creyente de un pueblo; pero en
el Registro Civil no me permitieron ponerlo en mi DNI. Para contestar mis dudas
y entender quienes somos, me llevaron con los ancianos. Hoy los que mantienen
vivas las tradiciones son ellos, los abuelos, que buscan perpetuarlas en los
más chicos.
-Cada
primero de agosto, celebran el día de la Pachamama con oraciones a la Madre
Tierra. ¿Qué tuvo de diferente la de este año?
-
Si bien la ceremonia continuó siendo especial, se pidieron otras cosas. El
fuego, hecho con palo santo para ahuyentar los males del ser humano, representa
la esperanza; y la gran altura que las llamas alcanzaron, significan el
crecimiento de la fe. Este 2015, nuestras plegarias fueron respondidas y el
domingo vamos a volver a Formosa. Oramos para que la gente comprendiera como
nos sentimos y también para recuperar lo que es nuestro. Rogamos a nuestros
ancestros que nos dieran ánimos para continuar con la lucha; y que quien ganara
las elecciones fuera un buen líder.
-En
la cultura del pueblo Pilagá, el padre alimenta a la familia y la madre cuida a
los hijos. ¿Los Qom tienen otras creencias sobres los roles principales?
-Para
nosotros, las madres nos ocupamos del estudio, que es la prioridad. Somos
estudiosos y vemos las cosas; por ejemplo, como ahora no nos miran y nos usan
políticamente. El padre enseña cómo ser compañeros y vincula a las nuevas
generaciones con los ancianos. Gracias a lo que transmiten los más viejos, mis
hijos son nativos y comprenden nuestra lengua mejor que yo. Por eso, cuando mi
hija me pregunta por qué estamos acá, le digo que reclamamos el terreno que nos
pertenece y que es el patrimonio que nos legaron nuestros abuelos.


No hay comentarios:
Publicar un comentario