jueves, 19 de noviembre de 2015

"Mujer luchadora y creyente de un pueblo"


Desde el 14 febrero de 2015, “los Guardianes de la Tierra” se encuentran en una carpa junto al monumento a Don Quijote, en la intersección de 9 de Julio y Avenida de Mayo. Son los pueblos originarios Qom, Pilagá, Wichí y Nivaclé que llegaron desde Formosa para reclamar más de siete mil hectáreas que les fueron expropiadas por el Gobierno formoseño para la construcción de parques nacionales.  

 Joaquina Sanagachi pertenece a la comunidad Qom “Potae Napocna Navogoh”, también conocida como “la Primavera”, originaria del centro este y oeste de Formosa en el departamento Pilcomayo. “Apenas cobré por la venta de bananas que cosecho en mi huerta, compré mis boletos para llegar a Buenos Aires. Quería ver a mi gente y acompañar la lucha”, asegura.

 Una vez que se instaló con “sus compañeros Qom”, Joaquina conoció las culturas indígenas de los otros pueblos originarios con los que comparte la carpa. “No veo diferencia entre nosotros, somos todos seres humanos porque Dios nos creó. Pertenecemos a un paisaje dentro de un cuadro grande”.

 A pesar de considerarse una afortunada por la solidaridad de los vecinos de Buenos Aires, quienes le acercan desde ollas hasta ropa para los más pequeños, extraña “el silencio y los árboles” de su casa. Celebra el contacto que tienen sus hijos con otras culturas, pero reconoce que el corazón de su etnia son los ancianos de más de 106 años, encargados de transmitir la “sabiduría de los ancestros”.
 El desafío de su pueblo es mantener el lenguaje Guaycurú por sobre el castellano, que están obligados a aprender. “Conservar costumbres alienta el espíritu, se pueden perder con los que vienen atrás”, confiesa Joaquina.

-Luego de quedarte huérfana y ser criada por las hermanas de un convento, reencontrarte con tus tíos a tus 8 años y conocer tu cultura Qom no debió resultarte fácil.
-No lo fue, y todavía no lo es. Me cuestionaba por qué me encontraba ahí, si con las hermanas estaba mejor. Mi tío me dijo: “somos tu familia, este es tu hogar”. Poco a poco, fui aprendiendo como eran mis papas y como vivieron trabajando duramente, sembrando y colectando. Recuperé mi identidad y mi nombre original, Dorca, que significa mujer luchadora y creyente de un pueblo; pero en el Registro Civil no me permitieron ponerlo en mi DNI. Para contestar mis dudas y entender quienes somos, me llevaron con los ancianos. Hoy los que mantienen vivas las tradiciones son ellos, los abuelos, que buscan perpetuarlas en los más chicos.

-Cada primero de agosto, celebran el día de la Pachamama con oraciones a la Madre Tierra. ¿Qué tuvo de diferente la de este año?
- Si bien la ceremonia continuó siendo especial, se pidieron otras cosas. El fuego, hecho con palo santo para ahuyentar los males del ser humano, representa la esperanza; y la gran altura que las llamas alcanzaron, significan el crecimiento de la fe. Este 2015, nuestras plegarias fueron respondidas y el domingo vamos a volver a Formosa. Oramos para que la gente comprendiera como nos sentimos y también para recuperar lo que es nuestro. Rogamos a nuestros ancestros que nos dieran ánimos para continuar con la lucha; y que quien ganara las elecciones fuera un buen líder.


-En la cultura del pueblo Pilagá, el padre alimenta a la familia y la madre cuida a los hijos. ¿Los Qom tienen otras creencias sobres los roles principales?

-Para nosotros, las madres nos ocupamos del estudio, que es la prioridad. Somos estudiosos y vemos las cosas; por ejemplo, como ahora no nos miran y nos usan políticamente. El padre enseña cómo ser compañeros y vincula a las nuevas generaciones con los ancianos. Gracias a lo que transmiten los más viejos, mis hijos son nativos y comprenden nuestra lengua mejor que yo. Por eso, cuando mi hija me pregunta por qué estamos acá, le digo que reclamamos el terreno que nos pertenece y que es el patrimonio que nos legaron nuestros abuelos.

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