El cronista de policiales,
Ricardo “Patán” Ragendorfer, presentó “Los Doblados” en una conferencia con alumnos de
Investigación periodística, ocurrida el pasado jueves 6 de octubre en el
microcine de TEA. El libro recorre las infiltraciones del Batallón 601,
participe del Plan Cóndor y del terrorismo de Estado durante la última
dictadura, en las guerrillas argentinas como Montoneros y el ERP (Ejército
Revolucionario del Pueblo).
El encuentro comenzó con una presentación del
libro y se concentró en la figura protagonista del relato: la traición; que
según Ragendorfer es “universal como un fantasma apenas disimulado” y transita
en ambos bandos, tanto dentro del Ejército como en las Guerrillas de 1970. A
pesar de haber usado infiltraciones como recurso, no fue una táctica
fundamental para la derrota de los “insurgentes”.
“Los Doblados”
escudriña el funcionamiento y la estructura del Batallón 601, además del
rol de Rafael de Jesús Ranier como principal informante de la milicia. Sus
datos sueltos formaron un conjunto de información útil que permitió el
desmembramiento de casas operativas, la detención de integrantes del ERP y el
sabotaje del ataque al Batallón Depósito de Arsenales Domingo Viejobueno en
Monte Chingolo en 1975.
La investigación le llevó al autor más de una
década, donde los primeros años se vieron cercados por callejones sin salida y
notas inconclusas; y la fase final fue la escritura desde octubre del 2015
hasta marzo del año siguiente. El plan del periodista era “construir una
historia sólida, como a mí me hubiese gustado leerla”, y tuvo su inicio cuando
entrevistó al Mayor Carlos Antonio Españadero para la revista Caras y Caretas
entre mayo y julio del 2005.
En la conferencia, Ragendorfer habló también
de sus métodos para presentar una historia solida y para reconstruir un relato
que no lo tuvo a él ni como protagonista ni como espectador. La recopilación de
datos, que lo llevaron a su vez a otros, le permitió darle realidad a “trechos
imaginarios” y crear un clima de
suspenso en la narración. Es así como se presenta al “Oso” Ranier, quien al
comienzo del libro aparece como un personaje secundario y a medida que pasan
las hojas, “todo va convergiendo hacia él” y su rol como traidor.
Al ser investigador de temas relacionados con
el terrorismo de Estado en la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación,
Ragendorfer pudo entrevistar a militares que formaron parte de la brutal
dictadura iniciada en 1976. Lo aterró la idea de que los torturadores “sean
seres humanos y parezcan normales”, y comentó sobre lo interesante que le
resulta ver al represor en su cotidianeidad, ya que es una muestra de la
“banalidad del mal”.
Para dialogar con represores, lo sustancial es
no discutir y otorgarles “el espacio para que hablen de cualquier cosa” porque
así demuestran lo que son. El periodista también nota cierto atractivo en
entrevistar a las mujeres de esos militares. Recordó una anécdota de la esposa
de Pedro Giachino, Jefe del Pelotón Vigilancia y Seguridad del centro
clandestino en Mar del Plata y primer caído en la Guerra de Malvinas, cuando el
militar llegó llorando desconsolado a su casa luego de una “jornada laboral”.
Por otra parte, el Golpe de
Estado realmente comenzó con los Decretos de Aniquilamiento dictados por el
Poder Ejecutivo en 1975, permitiéndoles a las Fuerzas Armadas “neutralizar y/o
aniquilar el accionar de los elementos subversivos”. Según Ragendorfer, fue en
ese momento de la historia argentina, que el poder “pasó de la Casa Rosada a
los militares”, quienes estaban esperando una operación que justificara los
ataques a los “insurgentes” pertenecientes al ERP y/o a Montoneros.
Como
escritor de investigaciones, “Patán” encara temas que no fueron tratados por
otros autores, como el objetivo del Capitán Juan Carlos Leonetti de capturar a
Mario Roberto Santucho, comandante del ERP; o la corrupción de la policía en la
provincia de Buenos Aires en su libro “La Bonaerense”. Muestra otra faceta como redactor al publicar
“La Maldición de Salsipuedes”, su primera novela de ficción inspirada en el
caso Dalmasso, aún sin resolver.
“Que su Dios se apiade de él” es la línea
final de “Los Doblados”, pero no es realmente el final de una pesquisa que
capitulo tras capitulo le tomo una década al cronista de policiales. “Ramalazos
residuales de la investigación siempre ocurren” y así Ricardo Ragendorfer
dejaba abierta una puerta a futuras investigaciones del período más oscuro de
la Argentina.
